Por: Guillermo Torres López (*)
Una de las grandes amenazas que padecemos, y a
la vez arma en nuestra contra, es la desinformación. ¿Qué sabemos en realidad
de la pandemia china, y de lo que pasa en Pando y el país? Sobre los detalles
de la enfermedad, cada vez estamos más al tanto, pero de nuestra realidad no.
Señalé que por el hecho de ser candidata la señora Añez está como en una camisa
de fuerza, pues debe velar por su interés personal y de grupo en lo que hace y
dice y a la vez debe preocuparse de cómo asegurar las medidas tomadas en esta
guerra biológica. Esta afirmación es válida para todo su equipo, no sólo el
ministerial, sino el de más abajo que es menos conocido pero es el que más
cuenta y que es el que juega a la desinformación. No sabemos con certeza
quienes se enfermaron. Dónde. Cuándo. ¿Están enfermos los trabajadores de la
Caja de Salud? ¿Será verdad que renunciaron los laboratoristas por miedo de
contagio? ¿Qué los médicos y enfermeras, camilleros y choferes de ambulancia se
contagiaron, pero que no se los registra?
Las variables múltiples nacidas de la
candidatura y del ejercicio del poder, que implican afectos traducidos en las
redes sociales de mil maneras de aprobación a la política gubernamental, y
desafectos que también se producen a través de guerreros digitales pagados por
el gobierno anterior, junto a periodistas desencantados y un maremágnum de
gente, nos colocan a lectores y público en general en la luna de Paita de lo
que está ocurriendo, en lo que toca a saber de las verdades que genera esta
pandemia y su cuarentena.
Es lícito hablar de lo que se sabe, así que me
referiré a Pando.
Me consta que en el puesto de control, la garita
de la Zona Franca, a veces más, a veces menos, se realiza control y
desinfección. No es el momento ni la intención discutir si estas prácticas son
buenas o malas; diremos que existen y que son bien intencionadas y aplicadas
casi en regla.
Pero, ¿sabía usted que hay una ruta caminera
para no pasar este control, que es usada por miles de personas y vehículos? Si
usted sale por Mejillones rumbo al basural o botadero municipal, podrá evitar
el control militar que por decir lo menos, es muy ingenuo y fácilmente burlable.
Los soldados han cerrado calles aledañas con ramitas de árboles y obstáculos
similares, que sea en motocicleta o en vehículo de cuatro ruedas son totalmente
vulnerables. De allí usted sigue hasta la comunidad Nueva Esperanza, dobla a la
izquierda y estará sobre la carretera a Porvenir, sobrepasando sin control la
tranca de Zofra.
Ese es el camino de la evasión del control. Y no
el único. Resulta que ahora hay Corona Virus en Nueva Esperanza. ¿Será una
sorpresa? De seguro usted dirá que es más bien una consecuencia de la viveza de
los suicidas de siempre. Hay otros ramales de evasión, por Colorado, Santa Fe y
otros puntos, que de seguro en breve serán los nuevos puntos de contagio.
Porvenir, y no El Porvenir como dicen los del
collado, es un poblado que no sabe de cuarentena. En días pasados, recopilando
noticias para un medio escrito y ahora digital, pude corroborar que allí no hay
precaución alguna. Nadie usa barbijos, ni guantes, ni lentes, Todo el mundo
comparte y se moviliza de tienda en tienda, las que atienden a puerta abierta y
sin cuidado alguno, en un contacto físico que invita a la enfermedad, peor aún
si este poblado es punto de paso de camiones y transportes que llegan desde La
Paz a Pando y viceversa.
Leía una noticia que señalaba que el alcalde de
esa ciudad puso unos lavatorios para que la gente se desinfecte, lo que es un
contrasentido y una burla a la realidad, ya que lo que requiere esta población
es el cumplimiento de la cuarentena y no noticias de apoyo a un alcalde que
poco es lo que hace en esta crisis, por lo que pude corroborar.
Ninguna de estas realidades se comenta en medios
de comunicación ni son parte de las declaraciones oficiales de las autoridades,
sean del actual gobierno o de los resabios del gobierno anterior. Lo cierto es
que la verdad de lo que sucede no llega siquiera a las redes sociales. Por esto
hay muchos que creen que la enfermedad se marchó a otros teatros. Esto no es
cierto y cuando el fruto de la despreocupación nos pase la factura, acuérdense,
faltaran cajones para los muertos. Para consuelo de la conciencia de algunos,
podremos decir cuan terrible es no estar bien informados. No reporto rumores,
por su carácter alarmista. Por lo tanto nada diré de que hay más enfermos que
los registrados y que no tenemos reactivos para las pruebas del virus y que las
suplimos preguntando a los sospechosos de estar enfermos si juegan con su
barbijo o si frecuentan a los ya infectados. No se rían pero esas son parte de
las preguntas oficiales de los servidores de salud pública, pues no tienen
suficientes pruebas reales para descartar el contagio o corroborarlo. Mientras
tanto, la epidemia avanza con su guadaña mortal.
• El autor recorre el departamento en tareas
periodísticas casi a diario y lo que cuenta es porque lo vio. No participa en
conferencias oficiales de prensa de autoridades, desde hace mucho.